Son tiempos de algarabía en los mercados financieros de los Estados Unidos. El crecimiento económico se traduce en indicadores bursátiles marcando máximos históricos, los bonos muestran un alto rendimiento y los inversores cuentan con diversas opciones, todas ellas muy tentadores. Sin embargo, el lunes el rendimiento a 10 años de los bonos del Tesoro quebró la barrera del 2,7%. El dato ha desatado una serie de inquietudes entre analistas, observadores del mercado y los propios inversores. La posibilidad que el rendimiento a 10 años alcance el 3% enciende las alarmas de los mercados por las consecuencias que esto podría traer aparejadas.
El rendimiento a 10 años crece más de lo esperado
Cuando el lunes, el rendimiento a 10 años de los bonos del Tesoro trepó al 2,7%, los mercados financieros se mostraron asombrados, a la vez que preocupados. Este nivel alcanzado por los rendimientos no era el esperado para esta época del año. El consenso había coincidido en que esa tasa de interés se alcanzaría recién a finales de 2018, acompañando un proceso gradual de crecimiento de la economía de Estados Unidos.
Ahora, los inversores están observando con gran preocupación la posibilidad que el rendimiento alcance antes de lo esperado el 3%. Esto, podría convertirse en una noticia bastante negativa para los mercados. Un nivel de rendimiento a 10 años del 3% elevaría considerablemente los costos de financiamiento para las empresas y muchos planes de inversión podrían verse truncos. Otra víctima de estos niveles de intereses sería el mercado de acciones, que perdería el glamur que ha venido exhibiendo desde hace un tiempo. Esta combinación de consecuencias podría ponerle un freno al crecimiento de la economía norteamericana.
Para algunos analistas, el 3% en el rendimiento a 10 años, constituye un nivel crítico para las acciones. Las acciones han venido superando a diario – salvo jornadas excepcionales – sus propios máximos. El S&P 500 acumula, en lo que va del año, un crecimiento del 7%. Una explicación a este crecimiento era, justamente, que los rendimientos de los bonos del Tesoro se mostraban bastante contenidos, empujando a los inversores a activos de mayor riesgo y alto rendimiento.
Los riesgos del 3%
Otros riegos, además de los ya mencionados, ante una eventual suba al 3% del rendimiento a 10 años, es la ruptura de la relación histórica entre el precio de los bonos de los gobiernos locales de los estados y los bonos federales. Si la caída de los precios de los bonos federales achica esa relación, el resultado será un encarecimiento de los bonos locales, con serias consecuencias para los presupuestos.
Los valores respaldados por hipotecas podrían verse afectado por la suba de las tasas de interés de los bonos del Tesoro a 10 años. Una demora en los prepagos elevaría los plazos de las obligaciones pendientes. Muchos inversores podrían desprenderse de estos activos.
También las dudas persisten en la presión que el rendimiento a 10 años pueda provocar sobre los precios. Para diversos observadores, si no hay un repunte de la inflación que motive una suba más importante de la tasa de referencia, por parte de la Reserva Federal, los activos de riesgo podrán dormir tranquilos, al menos por ahora.
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