Acertaron aquellos analistas que especularon con que la presentación de la reforma fiscal de Trump no sería más que una corta lista de enunciados, con pocas precisiones y sin responder a los puntos más importantes. Por lo pronto, Steven Mnuchin, secretario del Tesoro, dejó entrever que el plan por ahora es un borrador que llevará un largo tiempo hasta que tome la forma con la que deba estar en los despachos del Congreso. “No podemos opinar nada sólo con esto” dijeron algunos observadores, revelando la poca información brindada.

¿A dónde va la reforma fiscal de Trump?

La reforma fiscal presentada ayer por funcionarios del gobierno de Donald Trump, se parece más a una declaración de intenciones que a un verdadero plan. En una hoja con no más de 250 palabras, el gobierno distribuyó “sus intenciones”, en las cuales habla en términos generales de recortar los impuestos de negocios, eliminar el impuesto mínimo alternativo y el impuesto a la herencia, reducir las tasas del impuesto sobre la renta individual y derogar un impuesto sobre la renta para los altos ingresos.

Los anuncios no hicieron ningún tipo de mención a cuánto costará la reforma fiscal de Trump en términos del déficit. Y esto es un punto clave, ya que para una modificación tributaria que no sea neutral para las cuentas públicas, los republicanos deberán contar con votos que no tienen en el Senado.

El Comité Federal para un Presupuesto Federal Responsable ha estimado que lo que hasta ahora se ha divulgado de la reforma fiscal de Trump, podría costar entre 3 y 7 billones de dólares en una década, lo que significaría un grave perjuicio para la economía nacional.

Según el desagregado del CRFB, el recorte en los impuestos corporativos costará 2,2 billones de dólares, los recortes a empresas de menor envergadura 1,5 billones, el aumento de las deducciones a los sectores medios y bajos 1,5 billones y 200.000 millones la derogación del impuesto sobre los bienes de personas más ricas.

Con crecimiento se soluciona todo

Para Steven Mnuchin, el enorme agujero que la reforma fiscal de Trump crearía sobre las cuentas públicas se soluciona con una buena dosis de crecimiento. Otro concepto que se parece más a una expresión de deseo que a los detalles del plan. Es decir, uno de los grandes ausentes en la presentación de ayer, fueron los ingresos.

Rápidamente, desde diferentes sectores le respondieron. Howard Gleckman, del Centro de Políticas Tributarias de Urban-Brookings, fue categórico: “ningún recorte de impuestos se ha autofinanciado”.

Otros, eligieron recordar que, durante la presidencia de Ronald Reagan, el primer borrador de reforma fiscal fueron tres tomos de 500 páginas cada uno.

Reacciones tras los anuncios

La presentación de la reforma fiscal de Trump suscitó reacciones de todo tipo, pero la más inmediata fue la de los mercados bursátiles. El S&P 500 que venía registrando importantes alzas con la esperanza que los recortes tributarios a las grandes empresas dieran como resultado mejores ingresos, ayer luego de los anuncios, recortó su crecimiento como una clara señal de falta de convencimiento en el plan.

Desde los despachos republicanos en el Congreso, los apoyos fueron muy medidos. Algunos correos electrónicos haciendo hincapié en que la presentación se trata de una “guía crítica” sobre lo que habrá que trabajar.

Los representantes del Partido Demócrata se apresuraron a señalar que la reforma fiscal de Trump sólo beneficia a los sectores de altos ingresos, que faltan los detalles de cómo se financiará y, por supuesto, no acompañarán el programa.

Sin el auxilio de los demócratas la reforma fiscal de Trump quedará reducida a algunos pequeños cambios temporales y de corto plazo, sobre todo si el programa carece de una firme base para evitar el crecimiento del déficit fiscal.