Los principales acreedores de la deuda griega, entre los que se encuentran el Fondo Monetario Internacional y el grupo de bancos de la Eurozona, alcanzaron un acuerdo con el gobierno de Grecia para instrumentar un nuevo tramo de rescate. Luego de una reunión maratónica se llegó a un preliminar que deberá transformarse en una ley del parlamento griego. Las autoridades europeas no quieren un incendio en medio de un escenario político convulsionado por los procesos electorales en Europa. El acuerdo viene acompañado de fuertes cláusulas de ajuste para la ya debilitada economía de Grecia.

Las bases del acuerdo con Grecia

Luego de meses de conversaciones, donde el principal obstáculo estuvo centrado en las discrepancias entre los propios acreedores acerca de la capacidad de crecimiento de la economía griega, se llegó a un acuerdo que permitiría la transferencia de 7.000 millones de euros como fondos de emergencia.

La controversia estuvo planteada con un Fondo Monetario Internacional que propone un alivio para la deuda de Grecia, y los miembros de la Unión Europea, con Alemania a la cabeza que proponen un endurecimiento de las políticas de deuda hacia el gobierno de Atenas. Actualmente, la deuda de Grecia asciende a 300 mil millones de euros.

El gobierno encabezado por Alexis Tsipras ha asumido el compromiso de aumentar un 2% el PBI griego. Esto, sobre la base de una reducción del 18% de las jubilaciones y pensiones, que hoy ubican el mínimo en 700 euros.

Otros puntos demandados por los acreedores es una modificación en el mercado laboral que permita mayores facilidades a las empresas para reducir personal y una reforma tributaria destinada a aumentar la recaudación.

Un acuerdo entre alfileres

El apuro en las conversaciones y en llegar a un acuerdo con Grecia tiene que ver con las fuertes intenciones de la UE de evitar un nuevo escenario convulsivo en la previa a una serie de procesos electorales como la segunda vuelta en Francia y las elecciones en Gran Bretaña y Alemania.

El gobierno griego ahora deberá transformar los puntos del acuerdo en una ley que tendrá que ser aprobada por el Parlamento, donde el gobierno de Tsipras apenas cuenta con una mayoría de tres escaños sobre las 300 bancas existentes. Éste es un requisito ineludible para que los fondos del rescate sean aprobados por el Eurogrupo.

Alexis Tsipras enfrenta una creciente ola de impopularidad hacia su gobierno y, si bien el acuerdo ha sido calificado como exitoso por su ministro de finanzas, Euclides Tsakalotos, las consecuencias de la aplicación de las medidas de ajuste pueden crear un ambiente de creciente hostilidad hacia el gobierno, del cual intenta sacar partido la extrema derecha griega, encabezada por Amanecer Dorado.

Del otro lado de la línea, los bancos franceses y alemanes – principales tenedores de la deuda griega – podrían enfrentarse a una serie de dificultades si Grecia cae en un nuevo default.