Con una guerra comercial en pleno desarrollo. Con los mercados emergentes acumulando crisis y contradicciones que amenazan con trasladarse a los países desarrollados. Todos, analistas, inversores y gobiernos, se preguntan cuándo tendrá lugar la próxima crisis financiera global. A 10 años de la caída de Lehman Brothers, nadie quiere verse sorprendido. Pues, JPMorgan parece haber desarrollado un modelo para prever en que momento ocurrirá el próximo freno a la economía mundial. Ahora se trata de buscar los refugios adecuados a lo que vendrá.

JPMorgan nos anticipa la fecha de la crisis financiera

Apúntelo en su calendario. Para JPMorgan & Chase la próxima crisis financiera estallará en 2020. Pero, la “predicción” de la gente del banco de inversión no se agota en un pronóstico de fecha. También nos cuenta qué tan profunda será y las buenas y malas noticias.

De acuerdo con el modelo desarrollado por los estrategas del banco, la próxima crisis no tendrá efectos tan devastadores como ocurriera en 2008. Y aquí, cabe detenerse unos instantes porque 10 años después continuamos hablando de crisis financiera. Los acontecimientos posteriores a la caída de Lehman Brothers fueron mucho más que eso. En varios países, la debacle financiera mutó rápidamente en crisis políticas. Gobiernos enteros cayeron detrás de sus sistemas financieros.

El modelo de JPMorgan coloca como uno de los puntos muy oscuros de la próxima crisis, una profunda disminución de la liquidez del mercado financiero.

¿Qué parámetros toma el sistema para la proyección? De acuerdo con lo que se ha informado, el modelo trabaja sobre la duración del proceso de expansión económica. Un cálculo potencial de la duración de la próxima recesión. El nivel de apalancamiento y los precios de los activos.

Modelo para armar

¿Qué otros datos nos aporta JPMorgan? El algoritmo utilizado describe un panorama de cómo se presentarán los escenarios de la crisis financiera que podría ocurrir en 2020.

Las acciones norteamericanas podrían perder hasta un 20% de su valor. Algo que está muy lejos de las pérdidas ocurridas en 2008. Las primas de rendimiento de los bonos corporativos de Estados Unidos podrían elevarse unos 115 puntos básicos. Los precios de los metales caerán un 29% y los de la energía lo harán un 35%. Los diferenciales de la deuda pública de los mercados emergentes podrían aumentar 2,79 puntos porcentuales. Los precios de las acciones de los mercados emergentes podrían caer hasta un 48%. En el caso de sus monedas, la caída sería de un 14,4%.

Así presentados, los datos muestran un panorama más alentador que durante la crisis financiera de 2008. Pero, nadie debe olvidar que la salud del sistema financiero ha quedado lo suficientemente dañada como para hablar de una recaída en un paciente convaleciente.

Otro aspecto que no debemos descuidar es la velocidad con la que vienen acumulándose las contradicciones. El crecimiento es anémico. El BCE ya reduce sus perspectivas y si tomamos al cobre como indicador de la actividad industrial, éste ha tenido un fuerte descenso en un año.

Los países emergentes estarán en el epicentro de la próxima crisis financiera mundial. Si usted ya se apuntó 2020 en su agenda, busque los indicios allí donde nadie los espera. Al fin y al cabo, las crisis son tales porque nos sorprenden y minan nuestra capacidad de reacción.