El debate sobre los alcances que tendrá la inteligencia artificial en la ejecución de tareas que vienen realizando seres humanos se hace cada vez más profundo. El comercio minorista aparece como la primera gran víctima de la era digital. Gigantes como Amazon son considerados los responsables directos del cierre de numerosas tiendas de departamentos y la pérdida de puestos de trabajo. Pero, para los observadores, el balance debe hacerse completo. Aun Amazon, necesita de sus centros de distribución y de la fuerza laboral humana para desarrollar un sinnúmero de tareas. Esto estaría compensando la pérdida de puestos laborales en la industria minorista.

Inteligencia artificial en Fall River

Belinda Duperre era operaria de la fábrica Sam’s en la ciudad de Fall River, estado de Massachussets, y fue una de las víctimas del cierre de la planta como tantos otros trabajadores. Pero, con el tiempo se convirtió en una de las beneficiarias de la instalación en la ciudad de un centro de distribución automatizado de Amazon.

Por ese entonces, Belinda ocupó uno de los 500 puestos de trabajo que Amazon puso a disposición de la población local para atender las operaciones de su centro de casi 120 mil metros cuadrados. Hoy, la dotación de personal del centro de operaciones llega a 2 mil trabajadores.

El centro de distribución de Amazon es operado en una gran parte de sus tareas por inteligencia artificial, pero son trabajadores los que deben completar muchas de esas tareas, y en la medida que el comercio electrónico aumenta, los puestos de trabajo crecen.

El balance que Belinda Duperre hace de su experiencia personal es positivo, ya que en la actualidad percibe 2 dólares más la hora de trabajo que lo que recibiría en Sam’s. Esto se debe a su mayor productividad.

Inteligencia Artificial en acción

Cuando un producto entra al centro de almacenamiento y distribución de Amazon, este no es colocado en un lugar predeterminado de alguna estantería. Por el contrario, el empleado que lo recibe lo coloca en alguna posición aleatoria de las estanterías. Allí entra en acción la inteligencia artificial que establece la posición del producto y queda registrada en el inventario de la tienda online.

Cuando un cliente, desde la comodidad de su hogar, solicita un producto, el sistema de rastreo de Amazon identifica cuál está disponible en el centro de almacenamiento más próximo al domicilio del cliente. Entonces dispara la orden de compra.

El sistema de inteligencia artificial detecta la ubicación del producto en la estantería y guía de forma automática el autoelevador, a través de sensores, hasta la posición. El autoelevador transporta a un operario que toma el producto de la estantería. El famoso sistema hombre-al-producto.

Luego, los pickeadores transportan los productos al área de empaque, donde la inteligencia artificial les indica a los encargados de embalar los productos el tipo de caja que deben usar y, posteriormente, imprime la etiqueta de envío. Las cajas son conducidas por una cinta transportadora hasta el camión que tiene como destino la ciudad del cliente.

Un balance numérico e impersonal

Los defensores de la inteligencia artificial dicen que, en la era del comercio electrónico, no hay destrucción de puestos de trabajo, sino que el crecimiento de éste permite crear nuevas posiciones laborales. Sin embargo, estos defensores son retados por quienes sostienen que la mayoría de aquellos que pierden sus puestos en las tiendas minoristas no son los mismos que, luego pasan a ocupar posiciones en los centros de distribución de los gigantes tecnológicos.

El crecimiento del comercio online ha sido el centro de fuertes cruces entre Donald Trump y Amazon, a quien el presidente responsabiliza de la crisis del comercio minorista.

No todos los trabajadores logran adaptarse a la inteligencia artificial. Andrew Sweatman, gerente general del centro de distribución de Fall River, hace su descargo señalando que la mayoría de los trabajadores contratados por el centro no cuentan con la experiencia laboral de trabajar con equipamiento guiado por inteligencia artificial, pero se les brinda capacitación y entrenamiento permanente para esta nueva forma de retail.

En otros tiempos Fall River contó con una floreciente industria textil, que comenzó a finales del siglo XIX. Allá por 1991, la ciudad contaba con 20 mil empleos en la industria manufacturera que fueron perdiéndose como consecuencia de la tercerización en el extranjero y la automatización. Para 2015, esa cifra era de 4 mil puestos y un índice de desempleo superior al promedio nacional y estatal.

La ciudad recibió con los brazos abiertos a Amazon, entiéndase incentivos fiscales y ubicación privilegiada. Esto brindó la oportunidad a numerosos habitantes a reinsertarse en el mercado laboral.

El comercio online seguirá apostando a una mayor presencia de la inteligencia artificial para mejorar los estándares logísticos para el tratamiento de pedidos. Aunque, aún parece estar lejos el día que esta industria pueda prescindir del factor humano para sus operaciones.