Las innovaciones en los diferentes campos de la tecnología abarcan, cada día, aspectos cada vez más amplios de la vida cotidiana de las personas. En la salud, en la educación, en el transporte y en el entretenimiento, la tecnología provoca saltos radicales. En el campo del comercio y las finanzas, un estudio realizado por Raoul Leering, analista de comercio internacional de ING, revisa las perspectivas del comercio internacional frente al avance del desarrollo de productos en impresoras 3D. Un enfoque nada ortodoxo, pero muy ilustrativo de los grandes cambios que se avecinan.

Impresoras 3D, las fábricas del futuro

Nadie podría haber imaginado, hace algunos años, el enorme impacto que tendrían las impresoras 3D en diversos aspectos de la vida. Nos vimos sorprendidos cuando estas impresoras tridimensionales comenzaron a hacer su aporte con prótesis provisorias de miembros para quienes las necesiten.

Ahora, el estudio encarado por Leering, nos muestra otra faceta. El analista concluye que para el año 2060, las impresoras 3D habrán reemplazado una importante parte de la producción mundial, sobre todo en lo que respecta a autopartes, repuestos, juguetes, etc.

De continuar las actuales inversiones en este tipo de tecnologías, las impresoras 3D suplantarán la mitad de la producción manufacturada y esto reduciría en 25% el comercio internacional. Muchos productos que hasta hoy eran importados por diferentes países podrían ser “fabricados” por estas impresoras de copias tridimensionales.

Sobre déficits y superávits

Un escenario con impresoras 3D reemplazando a una parte de la producción, significaría que aquellos países ostentan un importante desequilibrio en su balanza comercial podrían achicar esos saldos negativos. Por el contrario, el desarrollo de productos a través de impresiones tridimensionales ocasionaría una fuerte reducción de ingresos para los países exportadores.

Leering destaca en su estudio que esto es bajo la hipótesis de un crecimiento lento en el desarrollo e inversión en impresoras 3D. En cambio, si la inversión se duplica cada cinco años, la estimación señala que hasta un 40% de las exportaciones podrían ser reemplazadas.

Hasta ahora, se trata de especulación sobre una base escaza de datos. El desarrollo de productos a través de impresoras 3D no ha evolucionado lo suficiente para alcanzar niveles de producción en serie. Pero, está más que claro que el potencial existe.

Resta conocer cómo será el nivel de aceptación por parte de los consumidores en productos desarrollados de esta manera.