El reciente incidente del drone de la Marina de los Estados Unidos, capturado en el mar Meridional de China por las autoridades del país milenario, debe ser visto como un acontecimiento que supera las fronteras de lo diplomático y hasta de lo militar. El incidente ha sido aprovechado por Donald Trump para inscribir un nuevo capítulo de su guerra comercial con China. El futuro presidente ha vuelto a utilizar su cuenta de Twitter para provocar al gobierno chino, justo en momentos en que la diplomacia se imponía y el gobierno del mayor país de oriente, se comprometía a la devolución del drone. La realidad es que, una posible política proteccionista por parte de la administración Trump, que tenga como eje un fuerte ataque comercial a China, ha sacudido tanto los tableros económicos como políticos del mundo.
La guerra comercial con China ya ha comenzado
El incidente del drone llama la atención por el apresuramiento del Pentágono en hacer público el hecho, cosa que fue señalada por las autoridades diplomáticas chinas. En general, estos incidentes se resuelven antes que lleguen a las letras de molde de los principales periódicos. Pero lo cierto es que se hizo público y Trump aprovechó la oportunidad para tildar al gobierno oriental de ladrón y que “podían quedarse con el drone”.
El hecho militar aparece justo en el momento en que, desde China, preparan su defensa ante la Organización Mundial de Comercio (OMC), ante la negativa de Estados Unidos y la Unión Europea de reconocerle a China el estatus de “economía de mercado”. Esta disputa no deja de ser llamativa, teniendo en cuenta que tanto EEUU como la UE han tenido que recurrir – y aún lo hacen – a rescates reiterados por parte del Estado en cada uno de los acontecimientos de crisis, es decir “dejando transitoriamente de lado” los principios de economía de mercado.
Vencedores y vencidos en una guerra comercial con China
Donald Trump insiste en la posibilidad de llevar adelante una fuerte política proteccionista de la industria americana, ante el ingreso de productos chinos, proponiendo aranceles que podrían llegar al 45%. La medida es mirada con preocupación tanto en China como en Estados Unidos.
Aún están frescos los recuerdos de un intento similar por parte del gobierno de Obama con relación a productos de la industria del neumático. La medida, en su momento, terminó provocando una importante ola de despidos en los comercios minoristas en EEUU. Algo que todos temen que se repita debido a que las grandes cadenas minoristas cuentan con una importante cantidad de productos chinos en sus estanterías. Muchos creen que miles de puestos de trabajo en este segmento se verían afectados por las medidas proteccionistas que quiere adoptar Trump.
Esta guerra comercial con China, que por ahora se disputa en el terreno de la verborragia, puede tener efectos colaterales de importancia, sobre todo a nivel de la economía global. Numerosas industrias que operan en China ya prevén su traslado a otros países que puedan asegurar la continuidad de la producción con bajos salarios, como Vietnam o Bangladesh. Por ahora, retornar con sus fábricas a los Estados Unidos, como es el sueño de Trump, está muy lejos de avizorarse.
A medida que se acerca la fecha de asunción del nuevo gobierno norteamericano, posiblemente seamos espectadores de nuevas acciones de pirotecnia, pero el momento de la verdad habrá que analizarlo con Donald Trump y su gabinete, ocupando los despachos de la Casa Blanca.
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