Los indicadores de crecimiento global de la economía mundial han puesto más énfasis en el debate sobre la necesidad de comenzar a abandonar las políticas de estímulos y de dinero fácil, por parte de los bancos centrales. Las principales entidades monetarias – Banco Central Europeo, Reserva Federal, Banco de Inglaterra, etc. – están tomando nota de los reclamos por parte de los gobiernos y de los inversores, que ha llegado la hora de abandonar las políticas para enfrentar la crisis financiera. Las autoridades de los bancos centrales han respondido con señales un tanto confusas que acrecientan la volatilidad de los mercados.

Las preguntas sin respuestas a los bancos centrales

La mayoría de los inversores y los analistas se preguntan cuándo y cómo los bancos centrales comenzarán a abandonar su política de tasas ultra-bajas y la compra masiva de activos, dos de los pilares fundamentales de las políticas de estímulos.

Con una economía cuyos indicadores de crecimiento global van en aumento, muchos consideran que las políticas de estímulo comienzan a ser un obstáculo para el desarrollo de nuevos negocios y que el dinero se vuelque a nuevos activos financieros.

Países como Alemania vienen reclamando de manera insistente al Banco Central Europeo la salida de la flexibilización continua y sostienen que las bajas tasas de interés están perjudicando a los ahorristas y a los fondos de pensión, con el agravante que algunos nichos como el sector de la vivienda se encuentran sobrevaluados hasta un 30%.

Las autoridades monetarias juegan a las escondidas

Funcionarios de los principales bancos centrales han comenzado a hacer referencia a la necesidad de políticas monetarias más estrictas, pero ninguno habla de fechas ni de plazos. El caso más sobresaliente fueron los recientes comentarios del presidente del BCE, Mario Draghi. El funcionario sostuvo que podía – siempre usando el potencial – comenzar la salida de las políticas de estímulo.

Los inversores y los mercados reaccionaron de manera inmediata. El euro tuvo importantes subas y los bonos del Tesoro de los Estados Unidos fueron a la baja, aumentando su rendimiento, mientras los bonos europeos se revalorizaban, en una señal de máxima confianza. Sin embargo, otros funcionarios del BCE salieron a poner paños fríos y a decir que los mercados habían sobredimensionado las palabras de Draghi y que la política de estímulos continuaría.

Fue entonces el turno del descenso del euro y un nuevo rally para los bonos. Al mismo tiempo, la libra esterlina se recuperaba luego que el gobernador del Banco de Inglaterra se manifestara partidario de un endurecimiento de las políticas monetarias.

¿Qué pasa con la inflación?

Lo cierto es que las autoridades de los bancos centrales enfrentan una contradicción que hasta ahora no ha encontrado una salida concreta. Los buenos indicadores económicos y el fortalecimiento del mercado laboral no han logrado que la inflación se desenvuelva lo necesario para aumentar las tasas de interés.

Un ejemplo es la política de FED que ya lleva tres aumentos de tasas desde diciembre, pero ahora todo parece haber entrado en un cono de sombras con una inflación que se desacelera.

Por su parte, el gobernador del Banco de Japón ha señalado que mientras la inflación siga manteniéndose lejos del umbral del 2%, no encuentra razones para salir de los programas de estímulo.

Los bancos centrales deberán dar señales claras a los mercados de cómo enfrentarán algunas de las contradicciones que se vienen desarrollando en la economía mundial. Con un mercado laboral en franco crecimiento, con indicadores en alza, pero con una inflación lejos de ser la ideal, deberán establecer el equilibrio justo.