Son días turbulentos en materia económica los que le toca recorrer a Argentina. La moneda de ese país viene depreciándose aceleradamente respecto al dólar. La tasa de referencia del Banco Central de la República Argentina se ha disparado y el gobierno del presidente Macri ha solicitado un auxilio financiero del Fondo Monetario Internacional. Algunos analistas consideran que los sucesos económicos de la segunda economía de Sudamérica pueden ser el inicio de un nuevo ciclo de crisis financiera global. Al menos, así lo afirma Robert Samuelson, columnista de The Washington Post.

¿Qué pasa en Argentina?

El país, conducido políticamente desde hace dos años por Mauricio Macri está atravesando momentos difíciles en su economía. Su moneda, el peso, se ha desvalorizado más del 14% desde las segunda quince de abril, respecto al dólar. La corrida cambiaria obligó al banco central de ese país a liquidar importantes cantidades de sus reservas en dólares. Y como la acción no fue suficiente, en sólo 24 horas llevó la tasa de referencia del 27,25% al 40%. El impacto sobre los precios hace especular con una inflación que supere el 25% anual.

En medio de una profunda pérdida de confianza, por parte de los inversores, el gobierno salió en búsqueda de un rescate financiero y para ello, solicitó un crédito stand by al Fondo Monetario Internacional de 30 mil millones de dólares.

El gobierno del presidente Macri también es objeto de “fuego amigo”. Los productores rurales, que componen una parte fundamental de la economía de Argentina, están reteniendo la cosecha de soja, a la espera de una mayor devaluación, secando la plaza de dólares provenientes de las exportaciones. Una de las primeras medidas del gobierno de Macri, apenas asumido, fue eliminar las retenciones a las exportaciones de productos agropecuarios aumentando los niveles de rentabilidad de estos sectores.

Ante las puertas de un “martes negro”

El próximo martes, vencen las notas emitidas por el banco central de Argentina – conocidas como Lebac -, por más de 645 mil millones de pesos. En las actuales condiciones, si los tenedores de esos títulos deciden renovar esas Lebac, Argentina deberá acarrear con enormes montos en concepto de intereses como resultado de las elevadas tasas.

Por el contrario, si los inversores deciden desprenderse de los bonos, la corrida cambiaria hacia el dólar puede ser muy comprometedora para el futuro de la economía argentina.

En las horas previas al vencimiento de las Lebac, el dólar continúa su escalada ascendente contra el peso y el BCRA salió a vender 5 mil millones de dólares más de sus reservas para tranquilizar a la plaza financiera.

Los peligros de contagio de la crisis financiera

Aunque algunos analistas se encargan de repetir que la crisis financiera de Argentina sólo afecta a ese país, no todos están muy convencidos.

En los últimos meses se han desarrollado condiciones adversas en la economía mundial para los mercados emergentes como Argentina. La suba de las tasas de interés en Estados Unidos ha convertido en menos atractivos los títulos de deuda argentina; Donald Trump ha impulsado algunas políticas comerciales que perjudican las exportaciones de Argentina; y el aumento del precio del dólar crea serias dificultades para que el país enfrente sus compromisos en esa moneda.

Los riesgos de contagio de la crisis financiera en Argentina son sobrados. En 2017, 1,2 billones de dólares provenientes de inversores globales ingresaron a 25 países emergentes, entre ellos Argentina. Las condiciones se replican para países como Brasil, México o India. Una salida repentina por parte de los inversores, de esos mercados podría tener un fuerte impacto sobre la economía global.

Bien hace el columnista de The Washington Post al recordar que, en 1997, una corrida cambiaria contra el baht tailandés terminó con el derrumbe de los “tigres asiáticos” y la crisis financiera se extendió de manera global.

Argentina enfrentó en 2001-2002 una crisis financiera de magnitud que rápidamente se extendió a muchos otros países. La diferencia hoy es que las condiciones para enfrentar un disloque en las economías emergentes encuentran a la economía global en un repunte, pero en condiciones más precarias.