La semana anterior comenzó un intenso movimiento de venta de acciones que provocó la fuerte caída de los indicadores más sobresalientes de los mercados bursátiles en todo el mundo. Los precios de las acciones se derrumbaron y el Dow Jones y el S&P 500, que venían registrando máximos históricos, tuvieron retrocesos que no se veían desde 2011, cuando Estados Unidos perdió su calificación AAA para su deuda soberana. Los analistas tratan de explicar este fenómeno desde distintos ángulos. Pero, intentar encontrar un “único culpable” para la caída de los mercados bursátiles, podría ser un error. Estamos ante la conjunción de una serie de factores que estallaron todos en simultaneo.

Los bonos y los altos rendimientos

Durante mucho tiempo y, a pesar de que la Reserva Federal había dado inicio a su cambio en la política monetaria, los rendimientos de los bonos del Tesoro a largo plazo se mantuvieron excepcionalmente bajos. Con la economía de Estados Unidos en crecimiento, la inflación por debajo del objetivo del 2% trazado por la FED, crearon un panorama de endeudamiento a largo plazo con bajos costos.

Este se convirtió en un escenario muy seductor para los mercados bursátiles y los precios de las acciones subieron, aprovechando estas condiciones singulares. Los analistas venían advirtiendo qué pasaría si el rendimiento a 10 años de los bonos del Tesoro superaba el 2,6%. Hace un mes los rendimientos comenzaron a subir y las condiciones para el mercado de acciones se modificó.

Las dudas sobre la política de la FED

El hecho de que los rendimientos se hayan mantenido bajos se ajustaba al hecho que la política de tasas de la Reserva Federal se mantuvo más baja que en períodos anteriores. Los inversionistas vieron un escenario de mucha comodidad en esto porque la inflación también se mantendría en un nivel bajo.

Pero, el recorte impositivo a las corporaciones, junto con una expansión económica que rondó el 3% promedio en los últimos tres trimestres de 2017, sumado al aumento de los salarios dados a conocer por el Departamento del Trabajo, comienzan a definir un nuevo escenario con inflación más elevada y con una FED, bajo una nueva conducción, elevando las tasas hasta un 3%. Los inversores ven en esto un posible aumento de los costos de endeudamiento para las empresas y menores ganancias.

Indicadores técnicos sobrevaluados

2018 arrancó con fuertes alzas en las acciones estadounidenses, lo que puso en evidencia que estos activos estaban siendo sobrecomprados en muy corto plazo. Así fue como el indicador de fortaleza relativa, medido semanalmente, del S&P 500 había alcanzado niveles máximos. Para los analistas y estrategas, esto podía revertir la tendencia y llevar al mercado a una corrección del 20%.

Para el Bank of America Merrill Lynch, este comienzo de año constituyó un ingreso de mucho dinero en poco tiempo, que terminó activando una señal de venta masiva el 30 de enero.

La volatilidad de los mercados bursátiles

Durante semanas, los indicadores de volatilidad se mantuvieron extremadamente bajos y cuando la venta de acciones comenzó a ser una tendencia, las apuestas en corto sobre la volatilidad hicieron lo suyo, empujando aún más esa tendencia.

El aumento de la volatilidad se convirtió en una señal para los inversores y sus estrategas, sobre todo para aquellos fondos que se mueven siguiendo los enfoques sistemáticos.

Acciones sobrevaloradas

No es un secreto que los precios de las acciones venían valorándose más allá de los estándares históricos. El índice P/E de Schiller, que compara precios con las ganancias ajustadas cíclicamente, se elevó más de dos desviaciones estándares, por encima del promedio histórico. Esto sólo había sucedido previo a la Gran Depresión y durante los años de auge de las puntocom.

La venta de acción y la consecuente caída de los mercados bursátiles ha sido una señal de alarma para probar la resistencia de los mercados. Al cierre de la jornada del martes, el Dow Jones se recuperaba, cerrando un 2,33% y el S&P 500 un 1,74%.