Entre las herramientas que un banco central dispone para una política monetaria expansiva, se encuentra la flexibilización cuantitativa. A diferencia de otras herramientas, esta es menos convencional. A través de ella, la entidad monetaria compra bonos gubernamentales y otro tipo de activos para inyectar grandes cantidades de dinero al mercado. Esta metodología se utiliza cuando las medidas convencionales se muestras insuficientes para lograr los objetivos. La flexibilización cuantitativa tuvo su mayor exposición durante el desarrollo de la crisis que se inició en 2008. Nos introducimos en el análisis de esta herramienta y las consecuencias que puede generar en los mercados.
¿En qué consiste la flexibilización cuantitativa?
Basta leer los medios especializados en economía y finanzas para encontrar una relación directa entre una economía en problemas y la flexibilización cuantitativa. Esta herramienta es utilizada por los bancos centrales cuando las tasas de interés se encuentran cercanas a cero y ya no hay posibilidades de reducirlas. Se trata de una herramienta poco convencional dentro de una política monetaria.
En este punto, un banco central puede disponer la compra de bonos y valores en el mercado abierto a más largo plazo. Es una forma de inyectar más dinero al mercado para favorecer los créditos y las inversiones.
Una mayor oferta de dinero permite que tanto los particulares como las empresas puedan acceder con mayor facilidad a los créditos. En este contexto, los bancos centrales aumentan su balance y las tasas de interés pueden bajar aún más.
En 2008, la Reserva Federal dispuso de un plan de flexibilización cuantitativa y adquirió diversos valores. Entre las compras se destacaron los valores respaldados por hipotecas. Éstos eran activos que se habían derrumbado en los mercados financieros. La FED destinó 4 billones de dólares a esta mecánica de inyectar dinero.
La realidad es que los bancos favorecidos retuvieron la mayor parte del dinero que destinó el banco central. Si bien muchos consideran que el accionar de la Reserva Federal logró mitigar los efectos de la crisis de 2008, hay dudas sobre la eficacia de la flexibilización cuantitativa.
Observaciones a esta política monetaria
Al adoptar una política de flexibilización cuantitativa, los bancos centrales aumentan la oferta monetaria a través de la emisión. Este, es un camino peligroso ya que podría conducir al país a un proceso inflacionario no deseado. Por otra parte, ese proceso inflacionario podría combinarse con un escenario de crecimiento económico nulo. En este caso, estaremos ante un fenómeno de estanflación, una combinación de inflación y estancamiento en el crecimiento.
La flexibilización cuantitativa puede encontrar, en su camino, límites objetivos. Si bien se trata de un organismo estatal, un banco central no puede obligar al sistema financiero a tomar el dinero comenzar a prestarlo. Tampoco puede obligar a los particulares a incrementar el consumo, ni a las empresas a invertir. Sin estas acciones, los efectos positivos de la flexibilización cuantitativa podrían ser escasos.
La emisión monetaria que conlleva un programa de aumento de la oferta de dinero podría desembocar en una devaluación de la moneda. Cuando la moneda de un país se devalúa, el sector exportador se ve favorecido. La otra cara, es un aumento de los productos de importación que, finalmente, encarece toda la cadena de producción. Son dos caras de una misma moneda. Un incremento en los precios de exportación, debido a la devaluación, terminan presionando sobre los precios internos.
A pesar de que la flexibilización cuantitativa ha tenido un uso creciente como política monetaria expansiva, algunos analistas ponen sus reservas a la hora calificarla. Los beneficios reales aún están en duda.
Experiencias de la flexibilización cuantitativa
Luego de la caída de los “Tigres Asiáticos”, en 1997, Japón debió afrontar una profunda recesión. Para combatir un proceso deflacionario, el Banco de Japón estableció un programa de compra de bonos gubernamentales, deuda privada y acciones. El objetivo era ampliar la oferta monetaria y estimular la economía nipona. Sin embargo, ese objetivo estuvo lejos de cumplirse. Entre 1995 y 2007, el PIB de ese país retrocedió, en términos nominales, de 5,45 millones de dólares a 4,52 billones.
La crisis de 2008 también inspiró al Banco Central Europeo a establecer un programa de flexibilización cuantitativa. Esta herramienta se comenzó a aplicar en marzo de 2015 y para él se destinaron más de 3 billones de dólares. Luego de casi cuatro años de vigencia, el programa fue abandonado en diciembre de 2018. La zona del euro no logró, durante ese período, alcanzar el objetivo de inflación del 2%.
Ya en 2019, el proceso de desaceleración económica llevó al BCE a anunciar que estaba listo para reinstalar la flexibilización cuantitativa.
Una experiencia más reciente la protagoniza la Reserva Federal. El 12 marzo de 2020, el banco central anunció una serie de estímulos por 1,5 billones de dólares para mitigar los efectos de la pandemia de Covid-19. El objetivo fue brindar liquidez a una economía convulsionada por los efectos de virus.
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