Si tuviéramos que vernos a nosotros mismos diríamos que somos seres racionales, llenos de emociones que afloran a cada instante. Y esto es así aún en el mundo financiero, donde la racionalidad debería prevalecer por sobre las emociones. Pero, el inversor emocional está presente de manera permanente en nuestros movimientos financieros. Sucede que pedirle a alguien que deje de lado sus emociones cuando sus operaciones implican parte de su futuro, es muy difícil.
Por naturaleza somos inversores emocionales. No hay duda de que es más importante ser racionales y, por supuesto, mucho más rentable. Las emociones son las responsables de: burbujas financieras que luego estallan, caídas dramáticas de mercados sin justificación, eufóricas subas de activos sin ningún fundamento. Y en ese torbellino, hay inversores que logran tirar sus redes y pescar y otros que ven como su cuenta de trading se desmorona.
No se puede matar al inversor emocional que habita dentro de nosotros. Fue un gran paso que las finanzas conductuales nos pusieran de cara ante la realidad de que no somos todo lo racionales que creemos. Sin embargo, debemos aprender a controlarlo. Si las emociones gobiernan nuestras estrategias de inversión nos exponemos a pérdidas o limitar el potencial de nuestras ganancias.
Entonces, hablemos de cómo decirle adiós al inversor emocional que todos llevamos adentro.
El comportamiento del inversor emocional
Las finanzas conductuales nunca hubieran existido si los inversores fueran siempre racionales. La teoría de la eficiencia del mercado sostiene algo así. No obstante, si observamos los movimientos de los mercados financieros a lo largo de su historia, notaremos que, en muchas ocasiones, fueron las emociones y no el razonamiento quien los gobernó.
El inversor emocional se pone en marcha cada vez que los mercados se sacuden. Dicen los especialistas que el miedo y la codicia son las emociones predominantes en los sectores financieros.
De hecho, existen indicadores para medir esas emociones en el comportamiento del inversor. El Índice de volatilidad CBOE-VIX mide, en cierto sentido, la incertidumbre de los protagonistas en el mercado de valores. Además, CNNMoney cuenta con un indicador llamado “Fear & Greed Index” que cumple el mismo objetivo.
Los sesgos conductuales prevalecen en el comportamiento de muchos inversores. El más frecuente es el comportamiento de manada. Dejamos de lado cualquier análisis y fundamento para sumarnos a lo que la mayoría hace.
Un inversor emocional corre con la desventaja de dejarse influir por esos sesgos psicológicos. Salen demasiado pronto de posiciones con potencial o demasiado tarde de operaciones perdedoras.
En ocasiones, este tipo de inversores magnifica el impacto de las noticias financieras y económicas. Mira a su alrededor y si observa que otros como él están actuando de una determinada manera, se suma. El instinto de rebaño se puso en marcha. Atrás quedaron los fundamentos y los resultados del análisis técnico.
Cuando las tendencias mueven las emociones…y viceversa
Las tendencias en los mercados financieros son el resultado de factores financieros y económicos, y una dosis de emociones por parte de los inversores. Cuando un índice o un valor está en alza, todos quieren sumarse. Esto empuja a elevar el precio y, es posible, que ese precio no se detenga hasta que no encuentre más compradores.
Ahora bien ¿cuántos de ellos saldrán verdaderamente beneficiados? Solo aquellos que, mediante un comportamiento racional, entendieron la inminencia del alza y compraron antes. Los rezagados, es posible que tengan ganancias limitadas o que hayan llegado en el momento de la reversión. Así es el inversor emocional.
Algo similar ocurre con los mercados bajistas. El inversor emocional termina vendiendo cuando el activo alcanzó su mínimo.
Uno de los sesgos conductuales más relevantes es el de seguir a las tendencias ¿Esto está mal? Los patrones de tendencias en los mercados son frecuentes. Sacar provecho de esas tendencias es lo que motiva a un buen inversor.
El principal problema del inversor emocional es que llega a destiempo a las tendencias. Con grandes posibilidades de no recibir nada en el reparto, o lo que es peor, salir perdiendo.
El inversor emocional llega tarde a la fiesta
Las noticias del mundo financiero y datos económicos son muy necesarias a la hora de invertir. Sin embargo, es importante valorar la información en su justa medida.
Por lo general, el inversor emocional desconoce si la información ya provocó el impacto en el mercado. En ocasiones, la información es obsoleta – esto puede ocurrir en cuestión de horas – y ya no es relevante. Pero, el inversor dominado por sus emociones se dejará llevar por esa información.
Antes de tomar una decisión, es imprescindible someter toda la información disponible a un profundo escrutinio. Debemos preguntarnos si el dato ya impactó o no. Buscar indicadores que nos ayuden. Por ejemplo, si un activo que está bajo la lupa muestra un volumen creciente que aún no se ha traducido a los precios, esto puede tener una oportunidad. Si el precio está subiendo, pero los grandes inversores no le están prestando atención, indague el por qué. Puede ser que no sea el momento de comprar.
Los analistas se han ocupado de estudiar el flujo del dinero. Han concluido que el inversor emocional compra en los máximos y vende en los mínimos. En un escenario así, las posibilidades de buenos resultados son reducidas.
Póngale un límite a su inversor emocional
Abrirle la puerta al inversor racional no es tarea fácil. Se trata de evitar que las emociones le marquen el rumbo. Esto es importante, sobre todo, si usted no es un inversor profesional.
Evitar que el inversor emocional se apodere de su plan de inversiones se puede lograr mediante estrategias claras. Por eso, vamos a avanzar sobre dos de ellas que son simples de aplicar y pueden redundar en beneficios para usted.
La primera estrategia consiste en definir un plan de inversión de dólares constante. Se conoce como Promedio de Costo en Dólares.
Para ponerla en marcha deberá definir una cantidad fija de dólares en períodos de tiempo para comprar un activo determinado. Por ejemplo, si usted posee un ingreso de $ 3.000 mensuales puede destinar $ 300 a la compra del activo. Esto lo hará todos los meses, sin importar si el precio sube o baja.
De esta manera, sus inversiones estarán al margen de la volatilidad en el precio del activo. Usted puede decidir el destino de esos $ 300 entre ETF, fondos mutuos y/o fondos indexados.
Con esta estrategia evitará que los cambios en los precios lo impulsen a comprar o vender más de lo necesario, exponiendo su capital.
La segunda estrategia es más conocida. Se trata de la diversificación de su cartera de inversiones. Una adecuada combinación de activos más volátiles puede ser compensada con otros de menor volatilidad y menos riesgosos.
Aunque existen, son escasos los momentos en que todos los mercados se mueven en la misma dirección. Diversificar es una estrategia racional que lo aleja de su inversor emocional.
Ahora, nuestro mejor consejo para dejar atrás al inversor emocional que lo habita: capacítese y conviértase en un inversor profesional. Conozca la Escuela de Trading de Club de Capitales. Descubra todos nuestros programas de formación online que van desde un nivel inicial, hasta el más avanzado. Nuestros cursos están a cargo de profesionales de los mercados y de la enseñanza online. Visítenos.
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