Cuando tomamos una mala decisión, en cualquier orden de la vida, lo saludable, inteligente y racional es arrepentirse. Sin embargo, asumir que se ha tomado la decisión incorrecta es un proceso doloroso que, muchos, quieren evitar. Se trata de un sesgo psicológico que se conoce como aversión al arrepentimiento. En las operaciones en los mercados financieros, ese sesgo cognitivo puede provocar daños mayores al producido por la mala decisión.

No son pocos los inversores que, ante una mala decisión, evitan arrepentirse y buscan los atajos necesarios para justificar que se encuentran en el camino correcto. En muchos casos, el inversor destina dinero y energías en evitar arrepentirse y corregir de inmediato una mala operación.

La aversión al arrepentimiento puede poner en riesgo su futuro como inversor. Conozcamos el lugar que las finanzas conductuales le asignan a este sesgo psicológico y por qué es fundamental reconocerlo para poder hacerle frente.

¿Cómo funciona la aversión al arrepentimiento?

De acuerdo con las finanzas conductuales, en muchas ocasiones, los traders e inversores toman decisiones erróneas. El apuro por no perder oportunidades, el miedo, un mal consejo pueden ser algunos de los motores de esas malas decisiones.

La aversión al arrepentimiento se presenta como sesgo psicológico cuando evitamos asumir el error que hemos cometido y desarrollamos acciones para ocultar esta situación.

Si, por ejemplo, compramos acciones de una compañía que, luego, se revelaron como una mala adquisición ¿Qué deberíamos hacer? Lo lógico y racional sería desprendernos de ese activo antes que se produzca una mayor pérdida en el precio. Sin embargo, una gran proporción de inversores no actúan de esa manera. Esperan que el panorama cambie y el activo revierta su precio. En el camino, el precio seguirá cayendo. Es el momento en que la aversión al arrepentimiento nos lleva a mayores pérdidas.

Otro ejemplo de cómo se presenta este temor a arrepentirnos es cuando hemos comprado acciones de una empresa que está en pleno auge. El precio de la acción en el mercado sube imparable. Estamos felices por los resultados. Sin embargo, aquí también se presenta la aversión al arrepentimiento. Evitamos realizar un análisis que nos indique cuándo es el mejor momento para vender. El inversor considera que si vende de forma anticipada se arrepentirá por haberse perdido más ganancias.

Este último ejemplo presenta al sesgo psicológico asociado a la codicia. Dejamos atrás los fundamentos y los análisis técnico para enfocarnos en los beneficios potenciales. Esto es lo que ocurrió en el estallido de la burbuja de las puntocom.

Muchos inversores mantuvieron sus posiciones sin base en los fundamentos y, cuando se produjo el estallido ya era muy tarde para vender.

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¿Qué dicen las finanzas conductuales sobre el arrepentimiento?

Las finanzas conductuales hacen un gran aporte a entender el comportamiento de los mercados financieros. Esta disciplina pone su atención en investigar las causas que llevan a inversores y traders a tomar decisiones por fuera de los racional. Establece qué sesgos psicológicos actúan desviando a los operadores de los fundamentos y del análisis técnico.

Cuando evitamos arrepentirnos, estamos actuando de manera irracional. Se trata de un proceso de negación de una mala decisión. La aversión al arrepentimiento nos conduce a demorar las acciones que nos permitan corregir una decisión errónea.

Los operadores actúan bajo la consideración de que arrepentirse implica un costo mayor que no quieren asumir. Sin embargo, evitar una corrección a tiempo puede implicar un daño mayor a nuestro capital de inversiones.

Recordemos la crisis de las hipotecas en 2008 que derivó en una crisis financiera de alcance mundial.

Con el desarrollo de la crisis, los precios de las viviendas en Estados Unidos cayeron a tal punto que no se justificaba el pago de la hipoteca. Esto repercutió fuerte en las emociones de los propietarios que debían afrontar los pagos hipotecarios. Muchos de ellos se negaron a desprenderse de sus viviendas y quedaron acorralados por los altos pagos.

La aversión al arrepentimiento se manifestó en esta crisis. Una decisión racional hubiera impulsado a los propietarios a vender antes de un derrumbe mayor de los precios. A pesar de este análisis, el apego a lo que significa el hogar y el miedo a asumir la necesidad de desprenderse de él actúan generando la aversión al arrepentimiento.

¿Cómo enfrentar la aversión al arrepentimiento?

Volviendo a las finanzas conductuales, arrepentirse no es un accionar común entre los inversores. Asumir que algo no funciona y que hay que cambiarlo nos provoca miedo y estrés. Entonces, cabe la pregunta ¿cómo hacemos frente a la aversión al arrepentimiento?

El primer paso consiste en asumir que la posibilidad de cometer errores existe. Y que, frente a ellos, hay que tomar decisiones que implican cambiar de rumbo. Pero, para todo eso debemos contar con una estrategia de inversiones sólida, basada en las herramientas de los fundamentos y del análisis técnico.

Un plan de inversiones requiere conocer con exactitud nuestra tolerancia al riesgo. De esta manera, podremos armar una cartera diversificada que nos permita balancear las posibilidades de pérdidas.

Establezca reglas claras para el funcionamiento de su plan. Si dispone una regla que diga que, si un activo pierde el 5% de su precio, tiene que deshacerse de él, cúmplalo. Siga las reglas al pie de la letra.

Si cuenta con ese “manual de reglas” y las ejecuta de acuerdo con su estrategia, se alejará de la posibilidad de arrepentirse y por ende de su aversión.

Si tiene algunas dificultades para elaborar su plan, no salga al ruedo sin él. Busque la colaboración de un asesor financiero que cuente con un buen historial ¿Considera que este es un paso costoso? Piénselo de la siguiente manera, una adecuada asesoría lo aleja de las malas decisiones. La aversión al arrepentimiento será reemplazada por un plan racional. El costo de contar con un asesor se amortiza con buenas decisiones de inversión.

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